Covadonga García Fierro nos habla de Pino Ojeda

18 Mayo 2021

Foto de Sara García

Qué emocionante resulta ir conociendo a mujeres que investigan, descubren y visibilizan a otras mujeres.  Eso es lo que nos ha ocurrido con Covadonga García Fierro, filóloga, profesora de Lengua Castellana y Literatura, investigadora y escritora. Con Covadonga García Fierro charlamos sobre Pino Ojeda, nuestra autora de mayo del calendario de escritoras canarias de la Biblioteca Universitaria 2021.

 

Covadonga García Fierro es filóloga y profesora en Secundaria. Además de su labor docente, se ha especializado en la autora Pino Ojeda, y ha publicado varios trabajos sobre su obra. También ha realizado tareas editoriales y ha colaborado en la revista divulgativa Pino Ojeda. Te busqué por los sueños (Gobierno de Canarias, 2018). Como autora, ha publicado los libros de poesía Almario (2015) y Genética del llanto (2019), ambos con Ediciones La Palma; y el libro de relatos La mujer loca (2019, Fundación Mapfre Guanarteme).

Ha ganado varios premios literarios, entre los que destacan el Premio Internacional de Poesía Yolanda Sáenz de Tejada (2014) o el accésit del Premio Félix Francisco Casanova (2016). También es colaboradora habitual en el suplemento cultural El Perseguidor, de Diario de Avisos, donde publica reseñas y artículos de carácter divulgativo, haciendo énfasis en la labor creativa de las autoras.

1 ¿Cómo llegó a Pino Ojeda? ¿Por qué le resultó un personaje tan interesante?

Llegué a Pino Ojeda gracias a un profesor de la Universidad de La Laguna, Nilo Palenzuela Borges, que trajo este poema de Pino Ojeda a clase, perteneciente a El alba en la espalda (1987):

Algo, de pronto, sacude mis huesos. 

Y vivamente me incorporo. 

Sobre mi piel atormentada brotan

agudos tallos 

que se alargan buscando

la carne donde enraizar su tristeza. 

Recuerdo el rostro en la mañana, 

la curva misteriosa de sus labios, 

el mensaje rodeado de silencio. 

Y deseo volver a contemplarlo. 

Mas ya no es posible el encuentro. 

Su enigma se ha fundido con las sombras. 

Ahora, luces brillantes desnudan

seres y cosas sobre las paredes

que les cobijan. 

Están quietametne entregados, 

sumisos para que yo les encuentre. 

Qué mudos y qué iguales estos seres

que nada dicen

y nos hablan desde todos los ángulos

en que cada día perecen. 

Me resultó fascinante desde la primera lectura. El inicio, con "algo" que sacude nuestros huesos y hace que nos incorporemos vivamente. La piel, de la que "brotan agudos tallos" que se alargan para "enraizar la tristeza". Son imágenes hermosas y al mismo tiempo impactantes. Luego me imaginé a una mujer de pie, observando a su alrededor objetos y retratos de aquellas personas con las que "ya no es posible el reencuentro"; mujeres y hombres que "hablan desde todos los ángulos" a pesar de ser "mudos".

 

El Día de las Letras Canarias 2018 estuvo dedicado a Pino Ojeda.

 

La vi rodeada de fotografías y de recuerdos, con aquella tristeza brotándole del cuerpo, y sin embargo incorporándose vivamente. En estos versos ya se vislumbra muy sutilmente una de las características de su poesía que me enamoraron: se centra en temas como el amor, la pérdida, la guerra, la soledad, la violencia, la memoria o el paso del tiempo, pero no es una autora que se quede únicamente en el lamento. Por el contrario, es una escritora que expresa el mundo con dignidad y fortaleza, una poeta que sabe perfectamente quién es y por qué hace lo que hace.

Esto puede advertirse mucho mejor en otros versos posteriores, como por ejemplo estos que ahora rememoro, pertenecientes a un poema más largo que se puede hallar en su libro Árbol del espacio (póstumo, 2007):

[...]

Camino despacio, viendo partir

los días, tan sugerentes, tan plenos

dentro de mi dominio.

Lo primero que pensé al leer sus poemas fue: "con la calidad que tienen sus textos, con esta literatura tan sólida, tan emocionante, tan sugerente y tan personal, con una evolución tan extraordinaria entre un libro y el siguiente -porque todos sus libros son diferentes-, ¿cómo es posible que esta poeta sea tan desconocida?" Mi primera reacción fue de total incredulidad. Luego, de cierto enfado o malestar porque obviamente la respuesta era sencilla: había sido excluida del canon y olvidada por el hecho de ser mujer. A partir de ahí, quise contribuir a su estudio y a su visibilización. Solo tengo palabras de agradecimiento para su familia, que me ha hecho sentirme parte de un proyecto maravilloso y apasionante.

Libros en los que ha colaborado Covadonga García Fierro con trabajos sobre Pino Ojeda.

2. Una vez conocida su trayectoria, ¿qué aspecto le llamó más la atención?

Pino Ojeda no ha dejado de sorprenderme en ningún momento. En sus archivos, a lo largo de los últimos cinco años, han ido aflorando libros inéditos de todos los géneros: poesía, narrativa breve, novela, teatro... ¡incluso llegó a componer algunas canciones! Además, también era pintora y escultora. Expuso su obra plástica en numerosos países europeos (Alemania, Italia, Suiza, Suecia, etc.) y en EE.UU., mientras en España las mujeres eran relegadas al plano doméstico y alejadas de toda pretensión que no fuera la de ser madre y buena esposa. Pino Ojeda era una mujer moderna. Viajaba sola por el mundo, con la única compañía de sus obras. Quizá lo que más me llamó la atención no fuera descubrir que era una autora polifacética, sino que en todas las facetas que cultivó había demostrado talento y estilo, una voz propia. Un aspecto que destaco es su consciencia de que no pertenecía al canon, como muestran estos versos de "Poema final" que, según su familia, eran su lema de vida:

Dejadme con mis alas

que a nadie hago sombra,

si no molestan los pájaros

y yo soy como ellos.

Volando de árbol en árbol

de fuente en fuente

de monte a monte

fuera del canon

en el pinar de los vientos.

Ella lo sabía, sabía que su literatura estaba fuera de todo estudio o enseñanza, debido a los tiempos en los que le tocó vivir. Tampoco buscaba el reconocimiento, ni siquiera la comprensión o el apoyo de una sociedad que no estaba preparada para leer sin prejuicios lo que escribía una mujer. Únicamente exigía que la dejaran crear en paz. Sencillamente, escribía porque había nacido para escribir. Pintaba porque había nacido para pintar. Soñaba porque había nacido para soñar, para imaginar, para construir su propio mundo. Todo lo demás era secundario y no merecía la pena perder el tiempo en ello.

Pino Ojeda. Foto cedida por la familia.

3.¿Qué título recomendaría a alguien que hace su primer acercamiento a la escritora?

Considero que sus mejores poemarios son Como el fruto en el árbol (1954) y El alba en la espalda (1987). No obstante, si alguien quiere acercarse a su literatura y no está acostumbrado a leer poesía, le recomendaría su novela Con el paraíso al fondo, que fue finalista en 1954 del Premio Nadal, el premio de novela más importante que existía en la época. Esta novela no fue editada hasta... ¡2017!

 

4.¿Cree que es una artista lo suficientemente reivindicada?

Creo que se ha hecho justicia en los últimos años incluyéndola en el currículo de Bachillerato en Canarias. El alumnado se examina en la EBAU de la obra de tres voces fundamentales en la literatura que se ha desarrollado en el archipiélago en el siglo XX: Josefina de la Torre, Pedro García Cabrera y Pino Ojeda. Un espaldarazo importantísimo, por parte del Gobierno de Canarias, fue dedicarle el Día de las Letras Canarias en el año 2018. Al Cabildo de Gran Canaria hay que agradecerle la edición de su Obra poética, editada en 2016. Pero aún queda muchísimo por hacer. En 2021 está previsto que se publique una antología de su obra dramática, con varias obras de teatro. Pero sigue habiendo muchísimos otros libros inéditos (poemarios, relatos, etc.) en sus archivos.

Por otro lado, el mayor reto que tiene la Fundación Canaria Pino Ojeda es encontrar una sede física en la que poder albergar su biblioteca, sus cuadros, sus máquinas de escribir, sus pinceles y batas, sus objetos personales... El objetivo es crear una especie de casa-museo para que el público la pueda visitar. Sería la primera casa-museo dedicada a una mujer en Canarias. Pero por desgracia, hasta el momento, ninguna institución ha contestado favorablemente a esta petición. Urge encontrar un espacio lo antes posible para la Fundación, especialmente para poder conservar de manera adecuada sus obras plásticas, que irremediablemente sufren el deterioro año tras año por no estar expuestas en un lugar con las condiciones físicas más idóneas.

5. ¿Sigue vigente la obra de Pino Ojeda?

Por supuesto que sí. En sus obras de teatro y en su novela publicada trata temas como el aborto, la violencia de género o la explotación infantil. Hace hincapié en relaciones tormentosas, en las que el matrimonio era la base de la sociedad española, y en el que el hombre desempeñaba un papel dominante frente a la mujer, que debía doblegarse. Considero fundamental estudiar cómo dialogan sus obras: los poemas, la novela y las obras de teatro abordan preocupaciones fundamentales para el ser humano y especialmente para la vida de las mujeres. Está presente la sombra de la guerra civil, el sinsentido de la violencia. Pero todo ello lo aborda desde una perspectiva intimista y personal, alejándose por tanto de la literatura catalogada como "social". Sus personajes sirven para mostrar las preocupaciones colectivas desde la subjetividad del individuo. Pino Ojeda reflejaba así la vida de los años cuarenta, cincuenta, sesenta... Pero si no tuviéramos ese dato y leyéramos sus libros sin haberlos ubicado antes en el tiempo, nos parecería estar leyendo obras escritas en la actualidad.

Si me lo permiten, me gustaría ofrecer un poema de Como el fruto en el árbol (1954) a las personas que estén leyendo esta entrevista. Se trata de un poema erótico -sí, erótico, escrito por una mujer a principios de la década de 1950- que me fascina, por la sugerencia y la intensidad de las imágenes que utiliza y por la sonoridad de sus versos. Considero que es un poema redondo, un poema absolutamente perfecto:

 

Te entregabas como el alba

 

Te entregabas como el alba, sin miedo por el sol,

sin temores por su crudo volcán dorado.

Te entregabas como la lluvia hacia abajo, sin pena por lo que inundabas,

ahondando hasta la raíz tierna, sin reposo.

 

Te entregabas.

Eras todo tú como una llama sin fuego, ardiendo y muriendo.

Vibrando en el aire como la peonza en la mano inocente del niño,

ahora quieta, ahora desesperadamente volteando su carne.

Te entregabas sin límite.

Tu carne no se parecía a nada igual a sí misma.

No se parecía al barro que todo hombre desplaza indiferente cada día.

No quemabas sobre la tierra cuando le volcabas tu ofrenda más pura.

Ella no sentía la mano afanosa rociándola sin descanso.

No sentía en su vientre el surco anchuroso que le descubría su vena más tibia.

Ella sentía caer desde arriba, desde muy alto, como llegado del cielo blanquísimo,

la semilla esparcida blandamente, sin afanes, sin torpes deseos de dominio.

 

Tu entrega no era la exigencia por la cosecha inmediata.

Te entregabas por la súplica del vuelo, por el hambre del ángel

que te pedía tu oración temprana.

Te entregabas sin prisas.

Tu regreso tenía un volver y llegar indefinidamente, ignorarte

para que la tierra no sintiera tu peso sobre los labios.

 

Tú mismo olvidabas tu presencia más allá del tiempo.

Allí en la tierra poseída estaba todo lo que el tiempo podía ofrecerte.

(Ah, la tierra virgen, sin otra flor sobre su carne, sin otro impulso de vida

que el que tú le ofrecías inundándola.

Ah, la tierra dulcísima, estremecida.

Tierra sin muertos, sin hambre, tierra sola, quietamente entregada).

 

No me canso de leerlo una y otra vez. Me encanta leerlo en voz alta. Siempre vuelvo a este poema.

 

Poemarios de Covadonga García Fierro.

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