La desigualdad de género en el mundo en 2016

21 Noviembre 2016

En la era de la revolución de las telecomunicaciones y de importantes avances científicos, puede resultarnos extraño escuchar que  para lograr la igualdad de género, tengan que pasar más de cien años. Parece una noticia más propia de un tiempo lejano y de un país más lejano aún.

Sin embargo, este dato corresponde al Global Gender Gan Report de 2016,  el informe sobre desigualdad de género  que elabora el Foro Económico Mundial, organización sin ánimo de lucro que tiene su sede en Suiza. El  FEM resulta contundente en su análisis tras realizar la comparación anual de la desigualdad entre hombres y mujeres en cuatro aspectos: logros educativos, salud y supervivencia, oportunidades económicas y empoderamiento político.

Quién diría que en los primeros años del siglo XXI, con una mayor incorporación de la mujer al trabajo y mayores niveles educativos, la igualdad de género haya retrocedido hasta cifras tan llamativas. La realidad es que en 2016, la brecha social y económica entre hombres y mujeres es mayor que  hace 8 años. Más de una década de datos ha puesto de manifiesto que el progreso es todavía demasiado lento para alcanzar el pleno potencial de la parte femenina de la humanidad. Las cifras manifiestan claramente que el avance del tiempo no implica el avance de los derechos.

El elemento que más influye en esta discriminación es el salario. En general, las mujeres de todo el mundo ingresan de media poco más de la mitad de lo que ganan los hombres a pesar de que trabajan más horas, tanto fuera de casa como dentro de ella. La discriminación salarial  no solo es propia de países menos desarrollados, sino que se cuela también en los de alto nivel económico.

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Otro problema es el estancamiento de la tasa de población activa, en el que la media mundial de mujeres se coloca en el 54%, frente al 81% de los hombres. "El lento avance hacia la igualdad de género, especialmente en el ámbito económico, supone un riesgo especial teniendo en cuenta que es posible que muchos trabajos que emplean a una mayoría de mujeres sean los más afectados proporcionalmente por la era de la disrupción tecnológica", alerta el documento. Y es que la llamada “cuarta revolución industrial”, es decir, la llegada de los avances tecnológicos como la inteligencia artificial, los drones y las impresoras 3D; ponen en riesgo el 9% de los puestos de trabajo de los países desarrollados, según un informe de la OCDE. Hasta 2020 se perderán cinco millones de puestos de trabajo en todo el mundo por esta revolución tecnológica, según el FEM. Y muchos de esos puestos, corresponden a mujeres.

También en el terreno del empoderamiento político y los puestos de responsabilidad, la discriminación mantiene cotas muy altas. Actualmente se sitúa en más de un 23%, un 1% más que en 2015 y casi un 10% más que en 2006. Sólo cuatro de los 144 países estudiados en el informe, tienen igual número de hombres y mujeres en sus cámaras legislativas y como funcionarios de alto grado y directivos, a pesar de que 95 países cuentan ahora con tantas mujeres como hombres con formación universitaria.

"El mundo se enfrenta a un desperdicio del talento al no actuar con rapidez para frenar la desigualdad de género. Esto podría poner el crecimiento económico en riesgo y privar a las economías de la oportunidad de desarrollarse", apunta el informe.

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Ranking global 2016 de los primeros 30 países extraído del informe The Global Gender Gap Report 2016 (p. 18)

Los avances para cerrar la brecha de género se han frenado en todos los países, excepto en Ruanda, que tras superar una guerra y un genocidio, se ha convertido en el líder de la igualdad salarial, gracias al empoderamiento económico que se está dando a las mujeres.

Finlandia y Francia son los dos únicos países que han cerrado completamente la desigualdad en aspectos tan importantes como son la educación, la salud y la supervivencia. Por su parte, Islandia, Finlandia, Noruega y Suecia defienden las primeras posiciones en el ámbito de liderazgo político y continúan mostrando buenos resultados en participación económica e igualdad de oportunidades.

 Los datos de España

España no permanece ajena a este fenómeno. Nuestro país no ocupa un puesto muy digno en la clasificación del informe Global de la brecha de género 2016, se sitúa en el lugar 29 de 144 países,  si lo comparamos con la posición 11 que ocupaba hace 10 años, es inevitable pensar que no se están haciendo bien las cosas. Respecto al año pasado, España retrocede cuatro puestos.

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Datos extraídos del Global Gender Gap Report 2016 (p.328)

En la clasificación tienen en cuenta la participación y oportunidades económicas, en el que España cae a la posición 72, cinco menos que el año pasado. En nivel de educación, asciende al puesto 43 desde el 47 de 2015. Y en representación política, se sitúa en el 26, la misma posición del año pasado. Con estos datos en la mano queda claro que la lucha por la igualdad no es un tema prioritario en las políticas sociales.

La dramática conclusión que arroja este documento es que, de no tomar medidas al respecto y de seguir al ritmo actual,  la igualdad económica entre sexos podría tardar unos 170 años  en llegar. Lo que supone, con respecto al informe del año pasado,  un aumento de 58 años más para alcanzar la igualdad de género. O sea, que si en 2015 se creía que la brecha de desigualdad se cerraría en 2133, los datos del 2016 indican que esto no será posible hasta 2186.

Más de una década de datos ha puesto de manifiesto que el progreso es todavía demasiado lento para alcanzar el pleno potencial de la mujer y lograr un mayor desarrollo de la humanidad. El camino por recorrer hasta llegar al momento en el que la brecha desaparezca es largo, pero será imposible de realizar sin el compromiso de los distintos estamentos políticos y sociales, y de la ciudadanía. La lucha de la mujer durante tantos años tiene que convertirse en una lucha de todos y de todas y en un tema fundamental de las agendas políticas.  Y debe saltar de ahí a la realidad, a los pequeños cambios de cada día. Los logros deben sepultar la desigualdad como un tema caduco e innecesario de plantear, entonces será señal de que lo hemos conseguido y de que nuestra sociedad es más justa y equilibrada.

Como dice Melinda Gates, "para transformar el mundo y las sociedades, hay que invertir en mujeres".

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